domingo, enero 20, 2008

noches de invierno



"Se truncó la noche en áspera y feliz, en oscura y con destellos (yo creo que por las farolas)." Esta noche he vuelto a soñar con ella... está empezando a hacer frío, y el frío me la recuerda.


No sé por qué volví a soñar eso, hace mucho tiempo que no lo hacía y creía que ya la había olvidado, me han pasado muchas cosas como para ya haberla olvidado, pero despierto y me doy cuenta que caigo en la misma nostalgia que tuve el año pasado.


Es extraño pero sigo teniendo estos sueños de ella, sueños que sólo tengo cuando el frío se mete entre las sabanas y me despierta, en el único momento del día que recuerdo esos sueños, durante el resto del día no pienso en ellos, pero algo pasa cuando vuelvo a dormir y estoy tibio en mi cama que recuerdo algo de ella, no es su sensación, es más su olor, no sé por qué el olor del invierno me la trae de vuelta, un olor que me provoca un sentimiento de estar cerca.


Hay un momento que, en el frío invernal de la noche, entre sueños y recuerdos, crea imágenes en mi cabeza, donde se recuerdan cosas que nunca se vivimos, siempre en invierno. No sé por qué es diferente, pero hay algo en el aire que me hace pensar en ella, aun si sólo son ocurrencias que nunca pasaron y por las noches algunas veces he despertando riendo, por cosas como el sueño en que una noche hace años nos atraparon besándonos nuestros padres, y en lugar de regañarnos después ellos nos abrazan y besan porque son las doce y así es la fiesta en año nuevo. Lo recuerdo y me da risa; y mucha vergüenza; y me da algo de gusto que esas cosas nunca pasaron, pero lo curioso es como estas fechas me la recuerdan, aun si el resto del año no pienso en ella.


Hay sólo un momento del día en que todo parece alinearse y pareciera que sigo pensando en ella, y es cuando el frío de la mañana me despierta, y es sólo el momento entre que siento ese frío sacándome de la realidad de mis sueños o esperanzas de mis anhelos. Es en el instante en que creo que volví a dormir de nuevo, que me doy cuenta que estaba soñando con ella. Pero hay algo que me la recuerda aunque ya no la extrañe, aunque ya no sienta nada, y esa confusión se me aclara cuando despierto en la mañana y trato de salir de la cama sin pensar en el frío que me cala hasta mis adentros, mientras sin querer pienso en un extraño sueño que tuve y que casi no recuerdo para no sentir el frío, hasta que se me olvida de nuevo sin querer después de tomar mi café y ya no vuelvo a recordarlo hasta que quizás por la noche me de frío de nuevo. Y por las tardes, días, o mañanas; mientras camino y me pega el viento de frente, siento algo de eso de nuevo, y ya no lo vuelvo a olvidar aun si ya no pienso en eso, porque de todas formas vuelvo a recordarlo de nuevo sin quererlo.


No todo han sido sueños graciosos o que me gustaría recordar, muchos han sido obscuros y aunque sin maldad me he soñado corriendo bajo la luna en cuatro patas sintiendo el aire frío del invierno, como tratando de escapar de algo que no puedo recordar, y quizás esos sueños no tienen que ver con eso si no fuera porque estoy corriendo justo por la calle en que vive ella, la misma que tomaba para ir a verla. Pero estoy corriendo de vuelta, como no dejando que me vea, desesperado sin importarme que vaya corriendo como un lobo gruñente, porque es demasiado noche y no hay quien me vea. Aun así corro buscando cubrirme en las sombras, por si algún testigo sumergido en la noche pudiera haber estado observándome en este estado deformado; corriendo lo más rápido que puedo, como escapando de fantasmas evito las luces para que no me vean, tomando vueltas aun si mis patas no me responden por la velocidad a la que voy, y el frío nocturno me entume el cuerpo, y no puedo maniobrar como quisiera, y me invade una desesperación por no poderme controlar como quisiera. Y es en ese momento, que al estar corriendo, el viento jala mi pelo y haciendo más lento mi pasó ya no puedo sentir más el frío, y aunque conozco bien esa calle siento que me encuentro perdido entre un laberinto de sombras, y que entre más corro más me ahogan, y las sombras parecen cada vez más confusas, y me pierdo, y ya no siento más qué me gustaría poder volver a encontrar el camino, y volver con ella, y tengo que salir corriendo, y es en ese momento que el frío entre mis cobijas me despierta.


Son extraños esos sueños, porque me siento como un ladrón, pero yo nunca tomé nada de ella, simplemente hay algo en el olor de la tierra fría que me la recuerda, una sensación en el agua helada que la evoca, y un sentimiento en el viento fresco que pareciera decir su nombre, y me gustaría saber por qué, ya que me gustaría saber si todavía tengo alguna necesidad de pensar en ella.


Al principio, antes de que saliéramos, ya tenía sueños sobre ella que me parecían proféticos, y que en aquel tiempo me parecían románticos. Yo siempre he soñado romanticismo sobre ella aunque no lo crea, y no sólo por besos, o correr como lobo bajo el viento frío y la luna, sino por otros sueños parecidos que he tenido en época de frío, sueños en los que la veo para saber que ella es libre, y siento un consuelo, y una paz interna, y eso a veces me asusta. Cómo el sueño sobre la graduación que nunca tuve por no haber querido ir solo sin ella, en donde la veo y por alguna razón estoy allí ayudándole con los preparativos, poniendo líneas de flores enroscadas en gruesos pilares con difuminaciones rosas al lado de unas amplias escaleras, coronando un salón de baile color marfil donde sólo existen pilares que no sostienen nada, y las paredes son un cielo estrellado. No sé a dónde llevan esas escaleras pero la verdad no me interesa, porque la miro a ella, y sólo trato de ayudarla con eso lo más que puedo, mientras la música está tocando y todo mundo está bailando una música lenta, y me gustaría decirle que quiero bailar con ella, pero no le pido nada, sólo hablamos, y los dos decimos no tener pareja y al final ella acepta bailar una pieza conmigo, y despierto, porque el frío no me deja seguir dormido.


Y a veces sólo me quedo pensando sobre lo mismo, fingiendo que duermo hasta que llega la hora de despertar, y sigo pensando en eso que era un sentimiento de soledad apaciguada en el sueño mientras la abrazo y bailamos, mientras la respiro y al frío junto con ella, y siento que aun siento su aliento o tal vez es sólo el recuerdo, mientras me olvido del frío, mientras despierto y ya no pienso en eso por el resto del día, hasta que siento el frío de nuevo.


A veces siento algo de curiosidad por ella, me pregunto cómo estará o cómo le habrá ido, pero la duda no me dura mucho, no vive muy lejos de aquí así que no es verdaderamente un secreto cómo ha sido su vida para mí, en ocasiones muy fugaces me la encuentro y nos saludamos más por cortesía pienso yo, pero definitivamente no porque nos extrañemos, y la veo preocupada, como esperando que no le diga nada más que ¿Cómo has estado?, y es que ni siquiera tenemos nada que contarnos, vivimos muy cerca y prácticamente sabemos todo lo importante el uno del otro cómo para tener que preocuparnos por lo qué nos preguntamos, si es que todavía nos preguntamos algo el uno del otro.


En muchos sueños la veo teniéndome miedo, por alguna extraña razón que yo no comprendo, como en el que trato de hablarle y ella me mira como queriendo escaparse pero decide quedarse y saludarme como pensando que me debe algo, pero me mira con miedo y aun así se me queda mirando como arrepentida, sabiendo que le diré algo que no quiero saber, en la realidad también creo que no quiere estar cerca de mí, como si me mirara como a un monstruo cuando yo sólo desearía mostrarle algo de amistad, pero ya ni siquiera me siento mal por ella, ¿Cómo podría sentirme mal por alguien a quien ya no veo? Aunque tenga sueños con ella, y haya ocasiones en que riendo recuerdo cosas sobre ella, porque sé que está casada con otro desde hace mucho tiempo, y porque no tengo ninguna razón para visitarla.


Aun así tengo este sentimiento cada año desde hace mucho tiempo, cada que se acerca el invierno, no sé si es el olor en el viento, o el frío lo que en verdad me la recuerda. Pero por alguna razón estos días termino pensando en ella, y sólo me gustaría topármela en la calle, sonreírle, me gustaría ir a su casa y pedirle a su familia permiso para salir un rato con ella como cuando éramos novios, si no fuera porque ahora es ella la mamá de los niños; y asegurarme de que está tan felizmente casada. Me gustaría ir por lo menos con ella y decirle que yo también soy muy feliz, sólo para que no se preocupe por mí, y no piense que me quedó debiendo algo, o me diga si yo le quedé debiendo algo a ella.


Aun así tengo estos sueños, en que la encuentro mientras por las noches voy corriendo como un lobo pensando en ella, y ella al verme no siente más que terror, son muy curiosos esos sueños en los que me pierdo, porque recuerdo esconderme en la escuela que estudiamos, y es muy noche y no puedo ver nada, pero yo la puedo oler a ella y se donde esta, y yo soy el que no tiene pareja y ella lo sabe, y al encontrarme me mira preocupada como esperando que no le hable sobre algo, en esos sueños soy yo el que no está casado, y no tengo a Anabel que siempre se levanta más temprano preparando café, levantando el frío. Y me deja soñando sobre cosas que nunca pasaron.


Recuerdo esa víspera de navidad cuando aun no éramos novios y salimos a pasear, ninguno de los dos pidió permiso, sólo salimos a pasear en el frío, no importaba mucho, vivimos cerca y sólo salimos a platicar, recuerdo que esa noche le dije lo que sentía por ella quizás animado por el del tiempo, y ya ni sabía lo que sentía de lo entumido que me tenía el frío, recuerdo haber perdido algo ese día del miedo que sentía, ella me entendió aquel día, y recuerdo que si no la besé, fue porque me dolía la garganta y no la quería contagiar, y en ese momento nuestras familias nos hablaron para ir a cenar, después de eso fuimos felices un tiempo hasta antes de acabar la escuela, o quizás un poco antes, no recuerdo bien el momento que nos separamos, creo que nunca estuvimos juntos en realidad, sólo fue algún tipo de romance invernal.


Ahora cada invierno la espero, no a ella, sino a las noches frías , en la que salgo con cualquier pretexto, o sin que mi familia se entere, para poder ir a pasear; en el frío cerca de su casa pero sin entrar; viendo las luces de su cuarto, para entrar en su casa y poner algún regalo debajo de su almohada, y luego salir corriendo, corriendo sólo un par de calles hasta mi casa nada más, corriendo lo más rápido que puedo aunque el ruido de mi abrigo me parezca infernal porque me podría delatar, y el frío no me deja correr sin tropezar. Y aunque alguna poca gente me vea, no importa porque corro entre la oscuridad, sólo siguiendo el brillo de la luna que en ese día siempre me parece guiar, entrar y apagar, besar a mi esposa que quiero tanto y quitarme el frío que ya no quiero soñar más.

2 comentarios:

Sureña dijo...

A veces un olor, o una sensación pueden provocar en nosotros una lluvia de recuerdos y nostalgias mayor que cualquier otra cosa...

Bonito relato.

Un beso

Pugliesino dijo...

Dificil es el mundo de los sueños, o tal vez mejor desconocidos aún sus misterios. En tu relato reflejas ese extraño poder que no puede vencer el paso del tiempo y ni quitarse uno de encima como la nieve o el frío. Es mas fuerte que todo eso, incluso que el mismo amor. Él no quiere ya soñar, pero no puede evitarlo cada noche de invierno. Atrapado en su sueño.
Dificil pero llevaste muy bien la idea a cabo.
Un abrazo