viernes, enero 04, 2008

Fines del mundo


-Los muertos no necesitan aspirinas-
-Obiamente no- respondio ella, casi sin pensarlo -necesitan un ataud o...una urna- es como lo basico.
-¿Recuerdas cuando el mundo se acabo?-
-sí… o mejor dicho no, no recuerdo el momento exacto en el que pasó-
-Creo que fue cuando llegamos a cuidar el faro… ¿recuerdas lo joven y bonita que era yo entonces?-
-todavía eres muy bonita- le responden dándole un beso en la frente, en la tenuidad entre oscuridad. Están acostados en un cuarto sin ninguna decoración, de paredes con bloques grises, casi blancos; la pared de la cabecera de la cama de sabanas blancas, es de una forma cóncava singular, es parte del círculo exterior de la torre del faro que alumbra afuera en la noche, y su oscuridad.

-Lo dices porque no te queda de otra aquí atrapado conmigo-
-¡SIGUES SIENDO MUY BONITA! ¿Qué, es tan difícil aquí la vida conmigo que ya te sientes vieja?-
-Sentí que envejecí mucho aquí los primeros días tan lejos de la ciudad y de mis tratamientos de belleza- Ahora ella le da un beso a él –Pero tú sabes que yo odiaba todo eso, tanta vanidad, tanta envidia… lo más difícil fue al principio al adaptarme, a este lugar, y a ti-
-¿tan insoportable fui?-
-Sí- Dice ella con una sonrisa entre dientes –Pero también fue difícil que te acostumbraras a mí, yo lo sé. Trataba de actuar insoportable, era la única forma en que sabía actuar-
-cualquier diva hubiera actuado igual, además estabas desesperada por regresar a la ciudad-
-No, te dije que odiaba eso-

De pronto el rayo de luz que giraba afuera se llega a apagar, y la pequeña costa rocosa de la que resalta la torre del faro blanco, queda de nuevo en oscuridad.

-El faro se volvió a apagar-

Ellos salen del cuarto y suben por escaleras de caracol pasando por encima de su habitación
-Recuerdo que antes ni siquiera podías hacer esto solo-
-siempre es mejor cuando tú estas aquí y me ayudas-
-Te podía ayudar muy poco cuando te tropezabas y te caías- dice ella riéndose irónicamente, y se detiene al verlo tropezar pesadamente con la escalera -¡Sigues dormido! No tienes por qué venir conmigo, yo puedo hacerlo sola, fui yo la que descubrió este lugar en primer lugar, eres tú el que me ayuda-
-encontraste el faro pero fui yo en primer lugar quien decidió hacerse cargo del lugar-
-No muy bien déjame recordarte… me preocupaste cuando no regresaste, nadie del pueblo quiso ayudarte, todavía ahora te ayudo a que no te mates…-
-sí, gracias por quedarte…-
-Me parece importante lo que haces-
-pensé que te daba miedo la gente del pueblo-
-Bueno… te acostumbras a ellos, después de un tiempo, pero cuando encallamos tenía una necesidad urgente de que nos rescataran-

-querías volver a tu casa, con tus lujos, eso era lo importante, no el faro-
-Pero después me enamoré, y me quise quedar-
Van subiendo por las escaleras que los hacen girar dentro de la torre sobre sus habitaciones, varias veces, sin poder recordar el momento exacto en el que el mundo se terminó, y sólo el faro empezó a importar. Repitiéndose varias veces para ellos que ella sigue extrañando la ciudad, pero dice amarlo porque así el tiempo pasa menos amargo; y él, que está con ella sólo porque la ama verdaderamente y no tanto porque le parece bonita; los dos sabiendo, que para ambos su amor es un consuelo, y esperando que algún día, tantas noches de luna llena, sean sólo un sueño. Como esa noche, ya hace muchos años, en que vieron aviones alemanes y creyeron que los habían rescatado, después entraron los nazis al faro disparando.

Afuera la luz vuelve a encender y el rayo vuelve a girar, no alejando a la oscuridad, sólo mostrando un punto de luz distante, sobre un pueblo en la isla que en la noche pareciera abandonado, y una costa con un bote antiguo encallado, al ras de un mar apacible y lejano. Sobre el océano tranquilo y callado, solo el halo de la luna alumbrando desde el horizonte, sobre una infinita planicie de agua, y a la distancia, nada más.

10 comentarios:

Rose Sepúlveda dijo...

Una sola palabra: precioso!

Marisela dijo...

La compañía es para mí un triste motivo para el amor, pero con el bello lenguaje empleado en tu relato, has hecho que resulte no tan antipático.
Muy bello!!!
¡Feliz 2008!

Anxo dijo...

*-*
Me encanta!

Y no sé qué más decirte... sólo... me encanta!

Anónimo dijo...

En definitiva, nada importa si el amor es verdadero; ni el lugar, ni el momento... sin embargo sí es verdad que un faro, con el mar como único paisaje y los atardeceres sobre él debe ser un lugar muy romántico ejeje.

Un abrazo.

Disonante dijo...

Hola! Feliz Año! Me ha gustado mucho tu relato, transmites muy bien la sensación de soledad en el faro, soledad en compañía, y mantienes el misterio hasta el final resolviéndolo muy bien.

Enhorabuena un buen relato.

Saludos!

P.D. Una crítica constructiva hace crecer, una alabanza hace dormir bien.

Jan Lorenzo dijo...

Joe... Me he quedado un poco así O.o

Pues estar con alguien simplemente para no estar solo no es una solución, te lo digo yo...

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

Mj dijo...

No me meteré a filosofar sobre los motivos del amor.
Pero tengo que decírtelo, el último párrafo y la foto me han llevado allí directamente...una pasada...

Pugliesino dijo...

Tal como el Faro en la noche, el amor pasa su luz por sus vidas. Ambos anhelan los espacios que han ido dejando, pero no anhelan la soledad, de alguna forma lo deseen o no tiene mas fuerza seguir juntos, como la noche y el mar.
Un entrañable historia.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho, tanto si estoy o no de acuerdo con los "motivos" de los protagonistas, la historia me parece que es muy buena y que, incluso, está mejor contada! ;)

Mil besotes y otros tantos aplausos por tu historia!

Anónimo dijo...

Siento llegar tarde a comentar tu relato, pero se me acabaron las pilas del faro y tuve que ir a por más! ;)

Sí que es duro y triste la vida de un farero. Solitaria, a la merced del paso del tiempo, con el único acompañamiento del mar crujiendo contra las rocas, el olor salino que desprende el infinito y un solo punto, a cielo abierto, donde las miradas de los soñadores se embaucan al paso del haz luminoso e intermintente.

Bonito relato.