
"El hombre de negro huía a través del desierto y el pistolero iba en pos de él." El silencio del desierto se rompía tras los galopes de sus caballos.
Una tormenta de arena los acechaba, mientras su persecución parecía no tener un fin.
Entonces el pistolero acelero su caballo, tomo su arma y apuntando detenidamente, jalo el gatillo.
Y el disparo fue acertado, haciendo que el otro caballo se estremeciera hasta tirar al hombre de negro.
Entonces se poso frente a el y le apunto a la cabeza.
La tormenta había desaparecido y el desierto había vuelto a su silencio ensordecedor.
El hombre de negro no se movía, sentía como la sangre le corría por todo su cuerpo mientras que su corazón parecía no dejar de galopar, tenía miedo.
- “¡Habla o empieza a rezar!” - le dijo el pistolero
El hombre de negro sabia que hablar no lo llevaría a nada, a menos que el pistolero fuera piadoso; mientras que no hacerlo también lo podría en el borde de su muerte. No sabia que hacer, nunca se había enfrentado frente a la verdad…
- “¡Habla!, ¿Que hacías fuera de mi ventana? ¡No es la primera vez que te veo ahí, pero te juro que si la última!”– dijo el pistolero
Un silencio abrumador se dejo oír. Todo era extraño mientras se miraban a los ojos. El desierto se nublaba de la nada, todo era tan extraño, la oscuridad tomo su forma y presencia.
El hombre de negro temblaba con un miedo profundo, mientras veía como lo amenazaban con coraje.
- “los observo a escondidas porque, soy tu padre” – le dijo el hombre de negro mientras se quitaba la parte que le cubría la cara – “solo quería verlos aunque fuera de lejos tras tantos años…” -
- “¡jajaja! ¡¿Y crees que eso te da el derecho de vernos por la ventana?!, Nunca estuviste ahí, abandonaste a mi madre cuando mas te necesitaba y ahora nos ves a escondidas” –
- “¡Si me dejaras explicarte entenderías mis razones!” –
- “¡No necesito que me expliques nada! ¡Tus razones no significan nada para mi, como tu tampoco!” –
No podía contener mas su rabia, era imposible hacerlo, lo miro a los ojos y sintió en el toda el coraje y el odio que cargaba. Había esperado demasiado por este instante, al fin cobraría por todo el dolor de su madre. Tomo firmemente su arma y disparo.
El cuerpo cayó desplomándose en la arena. Mientras que el agua empezaba a caer, enterrando en la arena el cadáver y ahogando en ella todas las penas…
Al fin podía sentirse libre, mientras podía liberar a su madre de su condena eterna…